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Saludos

No os imagináis lo duro que es esto. Lo mucho que me tiemblan las manos y lo mucho que me hace llorar. Me cuesta respirar mientras escribo esto. Lo juro. Como me cuesta muchas veces estar en la consulta de la pediatra y ver los carteles donde se me deja bien claro todo aquello de lo que he privado a mi hijo por no darle el pecho. Cuando era una adolescente y me di cuenta que el pecho no me iba a crecer más, la verdad, es que lo pasé muy mal. No lloré como cuando abandoné la lactancia de mi hijo, pero lo pasé mal ¿Quién me iba a decir a mí que las peores críticas sobre mis tetas no iban a ser por su tamaño? Me esperaba un problema mayor. Me esperaba intentar y no conseguir dar el pecho. Mi hijo ya cumplió los cuatro años y escribo esto ahora porque me he dado cuenta que no voy a lograr escribirlo nunca sin temblar. Hace mucho, mucho tiempo, en la puerta de un ascensor de un centro comercial hicieron un comentario sobre lactancia y la otra madre que esperaba con el carrito se ech

Como una heroína

La verdad, con el corazón en la mano, no conozco a nadie que haya llegado tan lejos como yo para salvar la lactancia de un hijo. Y es la verdad. Yo dejé la lactancia porque el sábado antes de la segunda operación por causa de la ingurgitación por mastitis se me abrió la herida de la primera operación. Me resultó tan desagradable la imagen de como se me abría la herida en el pecho que mi primera reacción fue tirarme a ponerme las gafas, pensé que era una alucinación. Al abrirse la herida en la parte superior del pecho la mama quedó como desplazada hacia delante. Y la herida, negra, se veía entera abierta. El dedo meñique me hubiera cabido en la hendidura. Es verdad que la ginecóloga que me atendió y me programó la segunda operación me dejó bien claro que podía seguir dando el pecho. Lo digo por si tenéis tentación de decir que una sola doctora, o médico me dijo una sola vez que lo dejara. Pero a mí me dio terror ponerme el niño al pecho con la herida abierta. Solo quería dejar at